Por: Israel Mosquera
Está claro que hoy en día han cambiado las
formas de jugar fútbol, al menos así lo interpreta el colectivo de este deporte
en la ciudad de Guayaquil. Para los verdaderos
hinchas se ha convertido en un agente integrador, factor de cohesión social,
que genera espacios para la interacción, el diálogo, la pasión y las más
encendidas hostilidades.
Sin duda, el
fútbol es la muestra más sensible de la
inteligencia, manifestándose en el parámetro del tiempo y el espacio. Pero ¿Qué
ocurre cuando esto sobrepasa los límites de lo establecido?
Recuerdo la primera vez que fui a un campo de fútbol con mi padre. Era
un niño qué no llegaba ni a los ocho años de edad y mi padre me dijo: “No
escuches las atrocidades que dicen estos señores en el campo. La evolución de
esa “cultura”, de la humillación a futbolistas, entrenadores o árbitros ha ido
creciendo con el paso del tiempo”, señaló José Gavica, ex jugador de fútbol.
Este
fenómeno en el Ecuador ha evolucionado con protestas, represalias entre hinchadas
e incluso la muerte. Un hecho que se encuentra latente en el imaginario social es
la muerte de Carlos Cedeño, ocasionada por el impacto de una bengala lanzada desde el sector de la barra Sur Oscura hacia el
sector de suites, dentro del estadio Monumental, en el clásico del Astillero (Barcelona vs. Emelec). El infante
falleció enseguida antes del inicio del encuentro.
“La mayoría de jugadores estamos acostumbrados a la presión y reclamos
de la hinchada, pero jamás estaremos de acuerdo con la violencia dentro o fuera
de un estadio”, manifestó Luis Gómez, ex jugador de fútbol.
Para Janio Pinto, ex director técnico, “se ha perdido el sentido del
respeto, tolerancia y el compañerismo con tu adversario en el terreno de juego
y gradas de los estadios”. Para explicar este fenómeno hay que hacer una visión
global sobre diferentes actores de esta sociedad. La falta de educación sirve
para explicar en gran medida la costumbre de insultar, humillar y generar más
violencia. Muchos han entendido el fútbol como el lugar para
intentar ahogar sus frustraciones o un sitio para intentar ser mejor que alguien.
Existe la creencia de que el rival es un enemigo y que proporciona el derecho para insultar,
amenazar o en tal caso intimidarlo. No respetamos las ideas opuestas a las
nuestras y cualquier pretexto es bueno para faltarle el respeto a los que están
en otro equipo o tienen algún planteamiento diferente.
Otro aspecto que no se puede dejar pasar es que a veces la prensa
deportiva presenta comentarios o
titulares demasiado amarillistas. Quieren vender a toda costa, y en portadas se
incita a criticar la imagen de futbolistas, entrenadores, árbitros, etc.
“Cierta
prensa debería replantearse el enfoque de los contenidos y entender que los hechos deportivos no deben convertirse en
conflictos”, destacó Aurelio Sánchez, periodista deportivo. La influencia de
los medios de comunicación es enorme en la sociedad y con actitudes
provocadoras sólo consiguen aumentar la problemática social entre hinchas de
diferentes equipos. En la actualidad, los jugadores de la selección ecuatoriana de fútbol comparten la
iniciativa del Ministerio del Interior, que busca erradicar la violencia de los
estadios, proyecto que se puso en ejecución en 2013.
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