EL FÚTBOL FEMENINO Y LA LUCHA CONTRA LOS PREJUICIOS

Por: José Alvarado


Joseph Blatter, actual presidente de la FIFA, manifestó en una ocasión que el fútbol femenino sería más popular si las jugadoras usaran pantalonetas más ajustadas. “Dejen que las mujeres  utilicen ropa más femenina, así como se hace en el voleibol”, expresó el suizo.

El fútbol femenino quiere dar el gran salto en muchas partes del mundo, pero las jugadoras deben enfrentarse a los prejuicios que la sociedad padece y al poco accionar de los organismos que dirigen este deporte. En países como España, por ejemplo, el machismo ha sido una marca dura de superar para algunas referentes de la misma selección de ese país. Verónica Boqueto, capitana de la selección española de fútbol, ha manifestado que los males vienen de distintos grupos. Para Boqueto, se instaura un discurso desde la familia: “(Los padres piensan que) no es lo mismo que a su hijo lo regateé un niño a que lo regateé una niña”.

En Ecuador, la situación es muy parecida. Al igual que España, la selección femenina de nuestro país ha clasificado por primera vez a un mundial de fútbol. Ambos combinados fueron eliminados en la fase de grupos de Canadá 2015. Para Manoly Baquerizo, jugadora ecuatoriana que actualmente milita en el equipo Talleres Emanuel, Ecuador tuvo una excelente preparación, pero debemos tener en cuenta que nuestros rivales tienen ligas profesionales. Muchas de las jugadoras contra las que se jugó, actúan en Europa.” Y es que en el país no existe una liga de fútbol femenino profesional, sino amateur. Por eso, la clasificación al mundial por las seleccionadas de Vanessa Arauz fue un hecho histórico.


A pesar de la tibia organización para el desarrollo del fútbol femenino, en el que se utilizaron cerca de 310.000 dólares para casi todos los gastos del torneo de Serie A de fútbol femenino, los comentarios que rondan en las tribunas son una molestia para las jugadoras. “Considero que es por el machismo que existe en el país (…) Uno de los insultos más comunes es ‘vayan a cocinar’. Creo que a muchas nos llega porque queremos ver crecer el fútbol y eso ofende”, cuenta Baquerizo.

Pero la misma futbolista revela cuál es el antídoto contra esos males que rodean esta disciplina: “Al ignorante se lo ignora. Tratamos de no prestarle atención y de callarlos de la mejor forma: jugando fútbol.” Por eso, las futbolistas evitan comparaciones con sus colegas hombres. Lo que a ellas les preocupa es la poca popularidad del fútbol femenino. Esto se refleja en las gradas vacías que se han convertido en costumbre en el Mundial de Canadá. En los torneos ecuatorianos, la cosa era peor.

La taquilla es uno de los mayores ingresos para los clubes de fútbol. Existe un gran problema para cumplir con los gastos de la institución cuando se depende del Estado, no hay patrocinadores y la gente no va al estadio. “Antes veía unas 20 personas viendo una partido de fútbol femenino y ahora he jugado partidos con más de 100 personas. No es mucho pero igual es algo”, detalla Manoly.



Las condiciones adversas no quitan la esperanza de las jugadoras de fútbol. A pesar del poco apoyo que hay desde las instituciones, las ganas de mejorar siguen intactas. Manoly piensa que la selección femenina aprendió en el Mundial y, si “el fútbol femenino se desarrolla de la forma debida, quién quita que seamos campeonas del mundo en el futuro”.

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