Por: Yamell Rendón
El trabajo es una de las principales razones para emigrar. Hace 43 años Jose Julio Cabascanga Macay trabaja en el mundo textil y recuerda con añoranza a su natal Otavalo. Desde su adolescencia ayudaba a su familia en la fabricación de ropa y calzado. Es el segundo de 5 hermanos, y a los 20 años tomó la decisión de ir a Guayaquil en busca de nuevas oportunidades.
El trabajo es una de las principales razones para emigrar. Hace 43 años Jose Julio Cabascanga Macay trabaja en el mundo textil y recuerda con añoranza a su natal Otavalo. Desde su adolescencia ayudaba a su familia en la fabricación de ropa y calzado. Es el segundo de 5 hermanos, y a los 20 años tomó la decisión de ir a Guayaquil en busca de nuevas oportunidades.
La necesidad de
mejorar su estilo de vida lo llevó hasta Estados Unidos donde vivió 10 años con
su esposa e hijo. Hace 7 años regresó al país junto a su esposa; su hijo vive
en New Jersey y lo visita una o dos veces al año con su nieto. Ellos a pesar de
hablar un inglés fluido, cambiar su estilo de vestimenta y vida aún conservan
la trenza de los hombres otavaleños.
“Cuando dejé mi
ciudad no deje mis costumbres, desde pequeño entendí que mi trenza y mi poncho
me acompañarían el resto de mi vida pero el clima no ayudó mucho”, expresó Don José, quien es propietario del local 114 en
el Mercado Artesanal de la ciudad, ubicado en Pedro Pablo Gómez y José de
Antepara. Su familia, amigos y vecinos en Otavalo fabrican los productos que
vende en su negocio; a quienes visita una o dos veces al mes por mercadería.
Su hijo David
asegura que una de las cosas que más admira de su padre es la perseverancia, porque
a sus 55 años de edad aún sigue trabajando con el mismo entusiasmo como si
tuviera 20. “No ha sido fácil adaptarse a tantos cambios, pero siempre con la
trenza bien hecha se mira para el futuro, eso me decía mi padre desde pequeño” menciona.
José reconoce
que su poncho, trenza y sonrisa le han permitido sentirse cerca de casa; lo
considera como un pedacito de su pueblo en su cabeza o un legado a su familia.
Daniela Rivera
es una asidua compradora del mercado artesanal quien reconoce que la mayoría de
vendedores otavaleños conservan el cabello largo pero no lo necesario para una
trenza, y manifiesta que las mujeres otavaleñas conservan más la vestimenta que
los hombres.
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Gloria Galarza
es una ecuatoriana residente en México, ella comentó que el cabello largo y con
trenza es un requisito esencial para identificar a un otavaleño. “Cuando veo a alguien
con trenza en la calle me suelo acercar y preguntar si es de Ecuador para
mostrarle a mi hija las diferentes culturas de mi país aunque vivamos lejos…”
Don José juega
con su nieto, conversa con sus vecinos y
comenta que al principio no fue fácil mantener su cabello largo. “Nunca
falta la persona que te critique, especialmente cuando vives en un país que no
es el tuyo donde creen que por ser indígena y tener el cabello largo eres menos
que ellos”. Además considera que las personas dejan atrás sus costumbres porque
buscan aceptación que solo llega con el cambio de apariencia.
Su hermano mayor
Manuel vino junto a su hijo a visitarlo durante varios días, él destaca la
decisión de su hermano por dejarse la trenza, pero lo considera conservador e
innecesario si ya no vive en su antigua comunidad.
Para
los Cabascanga las tradiciones no tienen un mismo significado, sin embargo para
José representa la herencia más pura. Un simple estilo de cabello marca la
diferencia de generación en generación. La preservación de una trenza, un
poncho y un sombrero demuestran las raíces de un pueblo, el pueblo de Otavalo.
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