Por: Ma.José CZ
Guayaquil con sus diferentes espacios como galerías, teatros, plazas y presentaciones, ha generado en los ciudadanos un creciente interés por la cultura. Cada vez son más las personas que acuden a diversas plataformas culturales para deleitarse con una buena obra de teatro o admirar una pintura, convirtiendo a una sociedad más ligada al arte.
Guayaquil con sus diferentes espacios como galerías, teatros, plazas y presentaciones, ha generado en los ciudadanos un creciente interés por la cultura. Cada vez son más las personas que acuden a diversas plataformas culturales para deleitarse con una buena obra de teatro o admirar una pintura, convirtiendo a una sociedad más ligada al arte.
En la actualidad encontramos que los jóvenes se interesan por proponer
trabajos artísticos, que no solo les genere un ingreso económico, también una
satisfacción personal y brindar cultura a la ciudad.
Rony Pita y Andrea Alarcón son dos guayaquileños que comparten una
misma pasión por plasmar momentos y expresiones de las personas con distintas
técnicas pero con similares resultados, satisfacer a sus clientes con lo que
pintan.
La estudiante de psicología clínica, Andrea Alarcón, nunca pensó que
la búsqueda de un regalo distinto y único para su padre sería la oportunidad de
convertirse en una artista y emprender. "coincidió que llegaron unas fotos
de la graduación de mi hermano menor y otra de mis padres, busqué efectos en la
computadora y decidí pintarlas" explica.
Hace un año y medio empezó su camino por retratar la felicidad de las
personas, nunca estudió arte pero tener en casa a una mamá artista, considera
que influyó notablemente en ella. Para Mariquita de
Alarcón lo que hace su hija la llena de orgullo porque sabe que logrará cosas
muy grandes. "ella hace cosas hermosas, además la experiencia que tuvo
como profesora en mi antiguo taller de niños, perfeccionó su técnica".
Sus familiares fueron los primeros clientes, tal fue el éxito, que se
dio cuenta que debía compartir su trabajo con más personas; creó una cuenta de
Instagram y la respuesta fue inmediata, todos los días recibe mensajes de
pedidos de diversos lugares del país.
A Sylvia Viteri, quien es prima de la artista, los cuadros le parecen maravilloso con un acabado diferente, que los hace único y por eso debía tenerlos.
Los cuadros de Andrea son pintados a mano en acrílico sobre lienzo, el
efecto es con la técnica pasteurizada, donde modifica la foto y a base de eso
hace el trabajo. Comenta que la experiencia de pintar ha influido positivamente
en su vida porque no lo siente como un trabajo sino un hobbie. “Pintar retratos
ha sido una experiencia increíble porque siento que formo parte de la felicidad
de las personas, plasmo los momentos vividos y eso me hace muy feliz”, indica.
Al estilo del óleo y carboncillo
Al estilo del óleo y carboncillo
Con 15 años en la pintura y 30 de vida Rony Pita, siempre supo desde pequeño que lo suyo era la pintura, estudió en el colegio Bellas Artes y en la actualidad cursa el cuarto semestre en el ITAE (Instituto Superior Tecnológico del Ecuador). Su trabajo consiste en el género del retrato, realizado con óleo y carboncillo, una es pintura y otro dibujo. “Busco que mi trabajo sea muy real y fiel al parecido de la persona que estoy retratando, mi línea es el realismo clásico”.
El proceso consiste en dibujar el bosquejo de la persona, encajarlo,
luego darle sombras y luces para que el trabajo parezca más real, todo esto con
carboncillo; con la pintura es similar solo que tiene colores. Estas técnicas sorprendieron
a Marcela Aizprúa, quien siguió la cuenta de Instagram de Ronny, vio sus obras
y de inmediato lo contactó por whatsapp y le pidió un retrato para su hijo,
desde esa ocasión es una de sus clientas más fieles.
El joven señala que el arte ha contribuido de manera positiva, antes era
muy tímido y la pintura lo ayudó a ser más sociable, a compartir experiencias. No
se considera del todo emprendedor, sino una persona persistente, porque en ese
mundo es difícil darse a conocer y ha optado por publicitarse en las redes
sociales, sin embargo no pierde la fe de conseguir mucho más.
En la opinión del pintor Manuel Lascano de 43 años, quien realiza
trabajos artísticos en el Malecón 2000, considera que las personas buscan
retratar sus momentos y rostros para congelar la felicidad, tristeza o emoción;
ayuda aún más a los pintores consolidados y jóvenes a conectarse con la esencia
humana y plasmar la realidad.
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